top of page
Buscar

Segundo San Valentín

  • Foto del escritor: Eva Vilor
    Eva Vilor
  • 15 feb 2016
  • 2 Min. de lectura

Cuando a pocos días del 14 empezamos Jota y yo a pensar sobre lo que podríamos hacer este año en San Valentín, lo primero que pensamos fue repetir nuestro plan del año pasado.

En nuestro primer San Valentín, el de 2015, apenas llevábamos un mes de novios, y nos decantamos por un plan de cena y monólogos en el centro de Madrid.

Este año, el frío empezó a echarnos un poco atrás. La verdad es que también teníamos tantas cosas en la cabeza que dejamos la organización del día para el último momento, y cuando nos dimos cuenta, ya estábamos a viernes 12 y aún sin tener ni idea de qué hacer ni a dónde ir.

De repente, nos miramos, y dijimos "sushi". Hacía meses que no cenábamos sushi juntos y en un principio nuestra idea era encontrar algún sitio bonito no muy lejos de casa donde cenar sushi sin pasarnos demasiado con el presupuesto.

Hasta que llamamos a 4 o 5 restaurantes y todo lleno, todo el fin de semana. Era de esperar.

"¿Por qué no montamos nuestra propia cena romántica aquí en casa?"


Nos ahorraríamos el frío, yo podría ir vestida con el vestido que quería ponerme sin congelarme, y ahorrarnos el restaurante nos permitió pedir más cantidad de sushi por un precio razonable.

Jota se puso camisa (creo que me enamoro de nuevo cada vez que le veo con camisas), una que nunca le había visto puesta antes, y yo le sorprendí con un vestido negro que nunca me había visto antes. Me puse uno de los collares que me regaló por mi cumpleaños y eligió mi maquillaje.

Me dijo que jamás me había visto tan guapa.


Retiramos todas mis cosas del escritorio y lo pusimos en el centro de mi cuarto mientras llamábamos para pedir. Ya estábamos sentados, con un par de velas sobre la mesa, abriendo una botella de vino blanco y poniendo la playlist "True Love" de Spotify (la ñoñería nos puede este día) cuando llegó nuestro pedido.


Damn. Era tanto sushi. Y todo estaba tan rico.


Nos pasamos la noche charlando, comiendo de postre nuestro preciado helado de Ben y Jerry's, el de "Cookie Dough" y sin esperarlo, sacó de su mochila dos bolsitas regalo de MiiN y Women's Secret.

Y para rematar, al día siguiente me desperto con un beso y una rosa de caramelo.


Nunca las mañanas habían sido tan dulces como con él. Es un chico tan mágico, tan atento. Es complicado a veces sentirse a la altura de todos sus detalles. Me siento en casa con él, y desde luego, no nos hace falta San Valentín para recordarnos lo mucho que nos queremos, sino para echar la vista atrás y ver que todo sigue tan perfecto como en nuestros principios.

Entradas recientes

Ver todo

Commentaires


bottom of page